Siempre que vuelvo a Elgol es diferente. Este año lo he hecho con mucha lluvia y, cómo no, he tenido que invertir muchas horas de espera hasta ver el cielo despejado y poder contemplar un atardecer. Todo ello, además, con el consiguiente riesgo de un retorno al Bed and Breafasf de noche y con el peligro de toparse con ovejitas trasnochadoras. Pero ha merecido la pena.El último día de nuestra estancia en este maravilloso lugar, tuvimos la suerte de tener un poquito de luz de atardecer y poder ver las Cuillins sin nubes. Todo un placer para la vista y, por supuesto, para el espíritu.